Lo reconozco, tengo cierta tendencia a obsesionarme con las cosas que me gustan. Lo bueno (o lo malo para quien tiene que soportarme) es que se me pasa pronto y salto rápidamente de flor en flor: las velas, Henning Mankell, las hortensias, Louboutin, el celo japonés, las películas de espías, los macarons… ¿Y cuál es…