Spring cleaning, a limpiar se ha dicho

Andan los  blogs americanos desde hace un mes a tope de power con el tema del spring cleaning (ahora me ha dado por los blogs de temática marujil-friki de la organización, ya os contaré).

El spring cleaning es nuestra limpieza general de toda la vida, esa en la que se limpian cosas extrañas como las bombillas, el fondo de los armarios más altos de la cocina o los interruptores de la luz, pero en primavera. Yo no recuerdo que en mi casa la limpieza a fondo se hiciese en ninguna época del año en concreto, ¿vosotros sí?

Pero parece ser que en primavera tiene su lógica, ya que tradicionalmente se limpiaba el hollín de las chimeneas y estufas de leña que se habían utilizado todo el invierno.

Pues bien, yo que soy de culo veo, culo quiero, y que llevaba dos días leyendo acerca de las bondades de airear la casa del invierno, de refrescarla, de empezar la primavera con energías renovadas, de tirar lo viejo y dejar espacio libre para lo nuevo, me dije pues venga, a limpiar. Pero no la casa, no, no caerá esa breva.

Lo que voy a limpiar, de una vez por todas desde hace años, es el ordenador. Por dentro. Porque si algo necesita refrescarse de los hollines del invierno en esta casa son los discos duros. Y borrar, borrar, borrarrrrr sin contemplaciones.

En mis ratitos libres, de aquí a final de mes, reorganizaré el caos de carpetas, archivaré las bodas y proyectos terminados, liberaré el escritorio de millones de documentos y programas, borraré mil películas que ya he visto y otras mil que nunca voy a ver, no hay dolor. Y las fotos, eso es lo peor. De viajes, de celebraciones y de cualquier día, lo de las fotos me da dolor de cabeza solo de pensarlo.

Bucearé con terror en esas carpetas-cajón-de-sastre con nombres tipo «para ordenar» o «fotos varias» que creé en algún momento con intención de quitarme cosas de encima (decidme por favor que no soy la única que se autoengaña con estas carpetas), borraré programas que hace mil que no uso, documentos de cosas variadas que atesoro por si acaso y que sé que nunca consultaré, ordenaré y reuniré en un mismo sitio las fuentes que me voy bajando, intentaré organizar el caos de favoritos y las descargas y le daré un repasito a Dropbox también.

Una vez listo y vaciado de porquerías pasaré el CCleaner, y el desfragmentador, y esos programas que te buscan archivos duplicados y hacen cosas mágicas que solo entiendo a medias… y, por fin, con todo preparadito, haré copias de seguridad.

Las copias de seguridad son mi GRAN tarea pendiente desde siempre, porque me dan mala conciencia de forma periódica, y me pongo, pero luego veo el lío de documentos y digo «pero cómo voy a copiar esto así, primero ordeno», y la ordenación, como ya sabéis, no llega nunca.

Así que a eso voy. Porque el gustito que siente la fabulosa ama de casa de Michigan con su cajón de las medicinas ordenado alfabéticamente lo siento yo al encender el ordena cada mañana y encontrarme un escritorio limpio y pulcro. Como que dan más ganas de ponerse a trabajar con alegría, sabiendo dónde está todo, sabiendo que no lo vas a perder.

Ya tengo mi estrategia preparada (esto como la guerra), así que voy a ver qué tal funciona y luego si os interesa os cuento lo pasos que he seguido.

Por cierto, si tú sí que quieres limpiar tu casa a tope, en este artículo de El Mueble, en español, y en este de Imperfect Home Making, en inglés, tienes un montón de interminables listas de cosas susceptibles de ser limpiadas. ¿Jugamos al Un, dos, tres? Empiezo yo, por diez puntos, los zócalos, esos grandes ignorados en mi hogar.

Besos gigantes y feliz miércoles, bellezas!

Indara