Es título de este post es un poquito raro, pero es que de repente no os pondía contar una cosa sin la otra. ¡Chispún, se acabó! Nuestra temporada de bodas del verano ha llegado a su fin. Nos marcamos un límite de bodas para este año y lo hemos cumplido. Han sido unos meses absolutamente inolvidables, en los que además de grandes bodas hemos hecho grandes amigos. Y eso, por sí solo, lo vale todo.
Pero antes de enseñaros unas poquitas fotos de lo que ha sido agosto y septiembre (las imágenes de los meses anteriores podéis verlas en el post Un 2014 de boda en boda), quería compartir con vosotros una cosa que me da vueltas en la cabeza desde hace dos días.
Con todo el jaleo, con el ir y venir en muchos meses, llevaba los últimos 15 días fantaseando con un momento en concreto. Ese momento cuando, en el hotel de Sevilla, me despertase por la mañana y me diese cuenta de que no había nada superurgente que hacer. Que fuese lo que fuese podía esperar, por lo menos, un par de días. Que podría remolonear, desayunar tranquilamente, saborear despacito los geniales recuerdos de la boda del día anterior, las risas, los bailes, los momentos entrañables. Podría llamar a la novia y charlar largo y tendido sobre lo bien que nos lo habíamos pasado, sobre la resaca, sobre aquella invitada del tocado divino.
Creo que recreé este momento en mi cabeza tantas veces que ya me lo sabía de memoria, y se presentaba ante mí como la felicidad absoluta, como una meta a alcanzar. Y llegó el domingo, y me desperté en el hotel de Sevilla. No con el canto de los pájaros y un día espléndido de sol colándose por la persiana. Me despertó el móvil y la voz de mi madre me decía que mi querida tía Divi acababa de fallecer. Y así, de sopetón, todo se fue al traste. Durante unos segundos, antes de que las palabras Tía + Divi + fallecer cobrasen todo su terrible significado en mi cabeza, sentí una punzada de dolor egoísta por mi momento de felicidad injustamente arrebatado. Era mío, llevaba meses trabajando mucho, estaba agotada… quería ese momento, lo necesitaba. Y no pudo ser.
Y entonces me di cuenta. Una cosa simplísima.
Qué tontería es esperar a un día
para ser feliz
Lo sabéis de sobra, lo habéis leído en mil imágenes cutres de autoayuda de esas que odiamos y en mil cadenas de mails. Yo también. Ahora sé que es verdad. 🙂
Y ahora sí, ¡que empiece el desfile de fotos de boda, señoras! Al igual que la otra vez, mix de preparativos, de momentos antes, durante y después, sin orden ni concierto, todo inmortalizado con el móvil, con prisa y pulso temblón. Espero que las disfrutéis tanto como yo preparando cada uno de estos momentos. Las fotos buenas están en camino.
Un beso gigante y FELIZ martes, pequeños.
Indara
montse llamas says
La foto nº 8 me trae recuerdos de mi boda en el mismo sitio, que hizo, precisamente ayer, un añito!
La mía prácticamente no la preparé, porque en realidad no me gustan nada las bodas. ¿Que cómo entonces decido casarme y además me dedico a leer un blog sobre bodas? ¡Pues porque todo lo que haces y lo que cuentas es una verdadera delicia!
Gracias por recordarnos que no hay que esperar a mañana para ser feliz! 😉
+besos
Rafa says
Hola Indara, soy el papa de Alba.
Solamente, quería felicitaros y daros las gracias, por el gran trabajo que hicisteis.
Fue un día inolvidable.
Besos y un fuerte abrazo para tu marido.
Ana says
Como te entiendo...Me quedé sin trabajo un mes antes de que llegara la Navidad y estaba contenta porque iba a poder disfrutar de todos los días sin prisas, pasando tiempo con mi abuela en su casa con el brasero y comiendo turrón. Y esos días nunca llegaron, una semana antes de nochebuena nos dejó. No hay que esperar a mañana porque puede ser tarde!. Me encanta tu trabajo!! Muak
Placeres de Domingo says
La vida es así de puñetera algunas veces, pero mírale el lado positivo, precisamente porque has acabado con tu temporada de bodas, estos días en los que tu familia te necesita y tu les encesitas a ellos, podrás pasar con ellos todo el tiempo que quieras y llevar juntos este momento duro.
Un abrazo fuerte!!
LILANDCLOE says
Olé Indara! Son todas preciosas, pero esa boda en Las Catedrales es de morir de bonita! Aún ayer le hablaba yo a mi chico de tí y le decía que si algún día hacemos una fiesta para celebrar lo maraBilloso que es seguir juntos, me encantaría contar contigo! Un beso y enhorabuena una vez más por tu arte y tu talento. Muacs! Ara
LILANDCLOE says
Perdona, no había leído el texto. UN beso grande y abrazo de cuello (pregúntale a Lu que significa) 😉
chus says
Jo Indara qué ganas tenía de que nos escribieras por aquí, yo no tengo instagram así que no se nada de ti desde el 1 de agosto. Estoy deseando de ver todas esas bodas que seguro que son preciosísimas. Un beso grande.
Ana M. Meana says
Todo lo que haces es absolutamente espectacular, no me canso de decirlo. El día que me case (porque llegará, algún día llegará ay por dios) quiero tu magia y tu buen hacer. No importa cuántas bodas tengas ese año. No imagino mi boda sin el sofá amarillo. 😉
Birdikus says
Que fotos más preciosas! Me encantan todos los detalles, y esa boda en una playa... es increible es lugar para un momento tan mágico
Ali says
Pues si, es una tontería que hacemos demasiado frecuentemente... postergar la felicidad. Y si no hay un mañana? Hay que vivir más al día!
Geniales las fotos 🙂
Besotes!