En la universidad, la mayoría de mis amigas estudiaban genial en la biblioteca. Yo en la biblio no daba un palo al agua. Eso sí, relaciones públicas no había otra igual. 🙂 Charlaba con unos y con otros, y cada vez que alguien se cansaba y se quería ir a tomar algo a la cafetería era la primera en hacerle compañía.
Pero amigas, cuando de verdad tenía que estudiar porque se acercaba la fecha de un examen sabía perfectamente que la única forma era encerrarme en casa.
Con la luz tenue, siempre me han molestado las luces brillantes y el exceso de sol para concentrarme. Y en silencio. El ruido de la calle no me molesta, el run-run de los coches incluso me relaja un poco, pero jamás de los jamases he podido poner música para estudiar, ni la radio, ni la tele.
Y así, en penumbra y en silencio, pasaba horas y horas tan enfrascada en los apuntes que ni me acordaba de comer.
¿Qué es mejor, la soledad de una habitación o una biblioteca llena de gente para estudiar? No hay mejor ni peor, simplemente cada uno tiene que saber lo que le funciona.
Si nos importa obtener buenos resultados, claro. Si a mí, en el fondo fondo, me diese igual aprobar o suspender, estaría en la biblioteca, que era infinitamente más divertido. Después llegaría el examen, suspendería y me diría, jo, qué mala suerte, con las horas que me he pasado en la biblioteca. 🙂
Pues lo mismo pasa con el tema trabajar en casa o en una ofi.
Cuando uno comienza como freelance o decide emprender, esta siempre es una de las primeras cuestiones que se nos plantea. ¿Seré capaz de trabajar desde casa? ¿Me pillo una ofi o un despacho para mí solo? ¿Un espacio de coworking?
Yo creo que no hay una respuesta correcta. Simplemente, trabaja donde te funcione. ¿Y cómo sé dónde me funciona? Ay, caris, aquí la respuesta sí que es difícil. Prueba y error. A tope. Sin dolor.
Yo pensaba que me conocía bastante bien, y no me conocía tanto. O quizás es que nuestras necesidades cambian con el paso del tiempo y tenemos que tener la mente abierta, ser flexibles y saber adaptarnos a ellas.
Siempre había trabajado muy bien en el salón de casa, hasta que un día dejé de hacerlo. Ese placer prohibido de trabajar en pijama y pelos de loca, que al principio me motivaba más que nada en el mundo, dejó de atraerme. Además, veía una peli y estaba viendo el ordenador de trabajo. Estaba con mis amigos y estaba viendo el ordenador de trabajo. Jugaba con Jimena y estaba viendo el ordenador de trabajo.
Y lo más importante, no podía recibir clientes y a mis novios en el salón de casa. Tenía que buscar una alternativa.
Veía los espacios de coworking y me flipaban. Trabajar con otros profesionales, cada uno de lo suyo, un arquitecto, un diseñador gráfico, un informático… por lo general profesiones chulas y creativas, compañeros con los que ayudarse mutuamente y crear (esa palabra que tanto odio) sinergias.
Siempre fue la opción que más me atraía, y también la primera que descarté. Por mil motivos, unos más de peso que otros.
El primero, porque me gusta decorar a mi gusto y poner las cosa a mi manera. Ya veis la tontería, pero yo quería un espacio bonito con la personalidad de la empresa.
El segundo, porque no puedo estar con gente y no hablar con ella, me va la jarana. Sé que sufriría totalmente el efecto biblioteca y me tomaría 20 cafés al día y no estaría sentada en mi sitio ni un segundo.
Y el tercero, porque la gente que trabaja en un coworking lo hace también para tener horarios de oficina y yo eso lo llevo mal. Mal fatal. Mi pico de productividad es por la tarde-noche. Incompatible con socializar con nadie.
Pues bien, eliminada la opción coworking, solo me quedaba otra: la ofi.
Estaba TAN feliz con mi ofi. Muchísimos de vosotros os acordáis seguro de #VillaAmarilla. 🙂 Era perfecta, blanquita, coqueta, llena de balconcitos, con esas molduras antiguas maravillosas…
Todo eran ventajas, la decoré a mi gusto, me compré mi querida nevera Smeg color mint, esa mesa larguísima de madera que siempre os encanta en las fotos (por cierto la compré en el Mercantic en un viaje a Barcelona, mucha veces me preguntáis), mi sofá amarillo «de carne y hueso»…
Pero había algo que no funcionaba. Los horarios. Y eso que me busqué la ofi a 15 minutos escasos andando desde casa.
El tema horarios es mi caballo de batalla. Y el de Iván. Porque, básicamente, no tenemos horarios compatibles. Seguramente alguna vez os conté que mi amore es traductor freelance. Iván, a partir de las 9 de la noche, se queda plof. Por él se acostaría siempre a las 10 y se levantaría las 6 de la mañana para trabajar, produce más en una hora de trabajo bien temprano que en cuatro horas por la tarde.
Yo, lo sabéis de sobra, soy nocturna. El otro día os conté en Instagram que había madrugado como la gran novedad. Pero sabía que no duraría.
A partir de las 7 de la tarde mi cabeza bulle con ideas y proyectos, me concentro fantásticamente, y produzco más a las 9 de la noche que en una mañana entera.
¿Resultado? O yo me traía el portátil para casa y seguía trabajando después de cenar, o Iván se quedaba dormido en el sofá de la ofi hasta las tantas que acababa yo. O me iba yo sola andando para casa de madrugada con ese agradable frío helador coruñés y cruzándome con la gente que estaba de marcha. Un planazo.
Yo trabajaba mal, Iván trabajaba mal. Nos dimos cuenta el primer mes, y aún así seguimos insistiendo e insistiendo, un año entero. ¡Porque Villa Amarilla molaba tanto! Trabajar separados no era una opción. Volver al salón de casa tampoco era una opción.
Entonces, después de un año de hacerlo mal, empecé a vislumbrar el futuro:
Para mí, la GRAN ventaja de ser autónoma es poder trabajar donde quiero, y si viene un mes de ciclogénensis explosiva en Coruña, no poner ni un pie fuera si no me apetece. ¿Por qué voy a tener que renunciar a esto?
Para mí, la GRAN GRAN ventaja de ser autónoma es poder amoldar los horarios a mis ciclos de actividad y no al revés. ¿Por qué nos empeñamos tantos en ir en contra de lo que hacemos bien?
Para mí, la GRAN GRAN GRAN ventaja de ser autónoma, y de que Iván lo sea, es que podemos estar juntos todo el día. Todo. Cada uno en lo suyo, pero juntos. Y eso no lo cambio por nada del mundo.
Ser autónomo o emprendedor tiene miles de millones de cosas malas. Para algunas buenas que tiene, ¿por qué me las estaba cargando para imitar el modelo de empresa tradicional?
Entonces me fui a Centroamérica. ¿Os acordáis de esta foto? Tras un mes de viaje, y de valorar mucho mucho aspectos personales también, la decisión estaba tomada.
Llegamos, hicimos cuentas, buscamos, encontramos lo que necesitábamos, dejamos la ofi, nos mudamos y nos remudamos, también de casa. A un espacio genial.
Juntamos lo que nos costaba el alquiler de nuestra casa con el alquiler de nuestra ofi, y encontramos un piso gigante que fácilmente podemos dividir en dos. Uno de los salones, el que queda al lado de la puerta de entrada, es ofi. El pasillo hace un giro, y totalmente separado, queda el resto. El resto, es casa. Ahora VillaAmarilla una oficasa.
Llevamos un montón de meses ya en la oficasa y no podemos estar más felices con el cambio. Adiós preocupaciones con las comidas, adiós tener que llevarnos a Jimena a rastras a la ofi, adiós volver de madrugada. Cerramos la puerta del salón de la entrada y el resto es un hogar estupendo.
El trabajo, los ordenadores y el agobio se quedan detrás de esa puerta, en una zona de la casa. Y esa puerta no se vuelve a abrir hasta el día siguiente. Necesitaba un espacio que estuviera lo más físicamente posible separado del resto de la casa, y a la vez dentro, y lo he encontrado.
Eso sí, ahora tengo una nevera ideal en el salón que hace las veces de minibar porque como nevera ya no hace falta.
De momento funciona de maravilla, y no puede gustarme más.
¿Conclusión de todo este rollo?
Que trabajes donde te dé la gana.
Que no hay reglas.
Que pruebes y pruebes sin miedo, y si no te funciona, cambia.
Que experimentes e investigues.
Que valores y exprimas tu flexibilidad, ser pequeño es lo genial que tiene.
Que no te ciñas a patrones tradicionales que nada tienen que ver contigo.
Que no imites a otros. Tú eres tú.
Yo seguramente vuelva a cambiar en algún momento, o quizás no. De momento sé que estoy planificando mi próximo viaje, que me sienta muy bien. A la vista está. 🙂
Todas estas fotos las tenía guardadas en mi carpeta de inspiración para mi ofi. Ahora lo son para mi oficasa. Prometo fotos verdaderas pronto.
¡Un beso gigante y feliz miércoles from la oficasa!
Indara
www.mbfestudio.com says
Yo también tengo una ofi-casa y mola, aunque muchos días termino trabajando en el salón con la bata jajaja Es verdad que lo mejor es hacer lo que más productividad y bienestar nos produce, aunar las dos.Un besote preciosa, me encanta tu ofi-casa y tu sofá amarillo
Berta says
A mi me ha pasado lo mismo, este verano, harta de viajes interminables a la ofi, pagar parkimetros como si no hubiera un mañana y comer fuera de casa y mal, decidimos dejar la ofi y nuestra mini casa para irnos a otra mas grande y juntarlo todo. Ahora puedo trabajar en pijama si quiero y tengo mi casa separada del resto 🙂 y yo también estoy muy muy feliz con el cambio
muchochupchup says
No sabes lo que te entiendo! yo también tengo una ofi-casa, pero no tan separada…vamos que muchas veces traslado todo mi cargamento al comedor y ya estoy perdida, de ahí no hay quien me mueva!! pero realmente donde mejor trabajo es en mi pequeño estudio…Lo de la oficina sería mi gran ilusión, quizás como tu dices, después puede que no se adapte a mi modo de vida, pero la verdad que sí que me gustaría probar…pero tiempo al tiempo! Muero de ganas de ver las fotos!!!
emebe says
Cuánta razón tienes siempre!!!!Nosotras tenemos nuestro" ofitrastero" lindo, lindo....subimos unas escaleritas desde casa y ...¡¡voilá : a trabajar tan ricamente!!!
Besazo!!!
Marta&Bea
Tamara says
Eu tamén quero unha oficasa! E que Juan quede na casa a traballar comigo, que os días se me fan moi longos soa. Queremos ver esas fotos!
Carla del Río says
Yo tengo dos; mi ofi-tienda y mi ofi-casa... trabajo donde puedo y cuanto puedo; ventajas e inconvenientes del autónomo...jajajjjj
Me encanta tu blog Indara!!!
Besitos!!!
Carla
http://www.styleundertheskin.blogspot.com
Anaquiños de Papel says
Totalmente de acuerdo!!!la ventaja de ser autónomo es la libertad, y a veces nos nos olvidamos de eso. Nosotras trabajamos desde un pequeño taller montado en casa y es geniaaaaal!!!con libertad de horarios total, sin ataduras que es como mejor funciona la creatividad! Por cierto enhorabuena por locas musas que ya me han contado que fue exitazo!!
Ana M. Meana says
Me alegro muchísimo de que por fin hayas encontrado tu lugar Indara. Los que sois trabajadores autónomos tenéis una lista muy muy larga de hándicaps, dificultades y problemas. ¡¡Por qué desaprovechar las cosas buenas que son muchas menos!! Deseando ver Villa Amarilla, no tardes con las fotos... ^_^
Patricia says
Un post muy inspirador (e increiblemente bonito). Gracias por contarnos tu experiencia y felicidades por encontrar el equilibrio.
mamabiznaga says
Leer tu historia me ha hecho confirmar aun mas lo que yo ya venia diciendome a mi misma: "no necesito oficina". Por evitarme casi 2 horas de carretera diaria, por el ahorro en gasolina, por tener un horario flexible, por poder quedarme en casa sin dar explicaciones cuando mi hija lo necesita...y por mucho mas soy feliz trabajando en casa!
Alba says
Una idea genial! Y eres una petarda! Cómo puedas tener tan buen gusto? Me chiflan todas las fotos! Destino siguiente???????
Muaaaa
María says
¡Me encanta el concepto! Deseando ver las fotos verdaderas 🙂
Gelolas_vintage says
Ay que maravilla de post!! me ha encantado y no podía estar más de acuerdo contigo...ser autónomo tiene muuuchas cosas negativas pero lo mejor que tenemos es la flexibilidad de horario...yo soy golondrina a tope y por las tardes me dedico a cuchichear la web y hacer pequeñas tareas y...a dormir un poco de siesta que me levanto muy temprano!!
Gracias por un post genial
Saludos desde Vigo
www.modaonlinegelolasvintage.com
montse llamas says
Anda, pues no me imaginaba tanta gente con la oficina en casa! Casi siempre me encuentro con los que prefieren sacarla fuera.
Yo tengo de las dos, porque trabajo por cuenta ajena y también tengo mis propios proyectos. Y por mí me quedaría siempre en casita, que es donde hago lo que más me gusta... 🙂 Y porque es verdad que las ciclogénesis en Coruña son tremendasssss!!!!
+besos
Carlos says
Totalmente de acuerdo!! Nos encanta, tanto por nuestros horarios, como por las cenas que montamos para nuestras reuniones 🙂
Genial expuesto!!
Un abrazo!
Joana | Una Ment Inquieta says
Me ha encantado el post!
Nunca fui capaz de estudiar en la biblio. Siempre me gustó estudiar a media luz, mientras todos dormían, ; en la soledad de mi habitación. Eso sí, yo me ponía música muuuy bajita; y un termo con cafe 😉
Me encanta la apuesta casa con ofi que, por cierto, es rebonita!!
Kata says
Maravilloso el post!!!
Nos hemos sentido súper identificados con tus angustias y decisiones.
Al comienzo pensábamos que tener el estudio en casa seria un poco extraño, pero conforme van pasando los meses nos sentimos más cómodos e intentamos impregnarle al estudio ese toque casero que hace que los novios se sientan como haciéndonos la visita en vez de ir a un local cualquiera.
Un beso y gracias por compartir siempre lo que piensas y sientes sin ningún tapujo <3
adictaaloscomplementos says
Yo también tengo oficasa, pero no de las "chachi" separadas del resto del hogar, si no ocupando la mitad del salón...
Espero que prontito nos mudemos a una casa más grande, con una habitación solo para mi 😀
Pero si, lo de sacarla fuera de casa, tampoco va conmigo, me gusta disponer del tiempo a mi antojo, trabajar de vez en cuando en pijama, y la compañía de mis gatitos es incalculable!
Maca says
Que dilema! , esto lo he vivido yo hace poco, pero me quede embarazada y mi vida dio otro rumbo, otras prioridades y sin duda la oficasa en este momento de mi vida también es la mejor opción. ¿Qué hacer si tu hijo esta malito (no puede ir a la guarde) y tienes que cumplir un horario en un local? en cuanto, me paso lo tuve claro... para las mamís freelance creo que es lo mejor! Un besito Indara!
chus says
Yo ese problema no lo tengo, salgo de mi casa a las 06-15 de la mañana para ir a la oficina, eso si, a las 14-30 estoy en mi casa y le puedo dedicar toda la tarde a los niños. Me alegro un montón de que hayas encontrado tu sitio y eso te iba a decir, me encanaría ver las fotos. Un besito y feliz fin de semana.
Laestrelladelola says
Precioso artículo y preciosa filosofía! Me encanta tu positividad muchos besos Guapa! www.laestrelladelola.blogspot.com
Sandra says
¡Cómo me he sentido identificada! Para mí el poder trabajar en una oficina no ha sido nunca una opción ya que criando dos peques es muy complicado, así que, al tener la oficina en casa es otra historia, trabajo a mi ritmo y soy más productiva, eso sí hay días que me aburro enormemente, pero nada grave que no cure un café con charla telefónica con mis amigas. Felicidades por el blog, ¡me encanta!
Jose says
Yo también me he sentido muy muy identificado porque también he evolucionado hasta trabajar en mi oficasa. Al principio vivía en Valencia y tenía una habitación ocupada como oficina, pero con el tiempo, al aumentar la familia aquello dejo de funcionar.
Ahora vivo en un pueblo y eso me ha permitido construirme una oficina que está separada por el resto de la casa por un patio. Procuro tener un horario normal para poder estar con mis hijas lo máximo pero me pasa exactamente lo mismo que a tí, mi pico de inspiración, productividad, concentración o como se quiera llamar, es la tarde noche.
Me ha encantado encontrar este post y a tanta gente que trabaja en su oficasa
Marina says
Me encanta tu blog!
Después de llegar a esta entrada no puedo resistirme a preguntarte de dónde es la caja tan preciosísima de la octava foto que decora el escritorio y ordena todas esas cositas doradas taaan bonitas!